ORIGEN DE LA ORDEN CARMELITA
El término "Carmen" corresponde al Monte Carmelo, en Oriente. Allí, según una tradición muy respetable – y hay todos los motivos para admitirla como verdadera –, el Profeta Elías reunió un grupo de discípulos y con ellos constituyó la Orden del Carmen, en Honra de la Virgen Madre que debería venir, y a la espera de Ella; siendo ellos los primeros que levantaron un templo a la Virgen María en la cumbre del Monte Carmelo, en el año 93 D.C, en el lugar mismo desde donde Elías viera la nube, que figuraba la fecundidad de la Madre de Dios. Por lo tanto, el primer filón de devoción a Nuestra Señora, siglos antes de que Ella naciera, fue formado por los discípulos del profeta Elías que la esperaban. Y San Elías representa el extremo de esa devoción, porque, como es doctrina común en la Iglesia Católica, él deberá luchar en el Fin de los Tiempos contra el Anticristo, último enemigo de Nuestro Señor y de su Madre Santísima. Elías constituye, por lo tanto, una especie de puente entre el comienzo y el fin de la devoción a la Virgen María en la historia de la humanidad.
En el año 1115; penitentes-peregrinos seglares provenientes de Europa, entre ellos el Cruzado Bertoldo de Calabria, se establecieron junto a la ‘fuente de Elías’, en el Monte Carmelo, para vivir en forma eremítica. Estos ermitaños se hicieron conocer como Hermanos de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo; dirigiéndose al Patriarca de Jerusalén, Alberto Abogadro (1150~1214), quién residía en San Juan de Acre, cerca del Monte, para conseguir cierta estabilidad jurídica. El santo patriarca escribió para ellos una norma de vida, entre 1206 y 1214. La Orden, apenas existente en el Cercano Oriente, se desarrolla un tanto, pero se tiene la impresión que los cristianos de aquella región, en los primeros siglos, no le dieron gran importancia, privándose de los grandes beneficios que ella podría traerles. Esta actitud para con el Carmelo fue una entre tantas infidelidades de la Cristiandad oriental, que terminó castigada por las invasiones sarracenas. Ante esta situación, los Carmelitas deciden emigrar a Europa; siendo algunos de ellos llevados a Inglaterra en 1241 por el caballero cruzado Barón de Grey, quien les donó una mansión en Aylesford, que convirtieron en monasterio, el cual, restaurado después de la liberación religiosa inglesa, todavía funciona como monasterio Carmelita.
Cuatro años después, en 1245, Inocencio IV aprueba la Regla Carmelita. En ese año se celebró en Inglaterra el primer Capítulo General; siendo elegido VI Prior General San Simón Stock.
LA CASI EXTINCIÓN DE LA ORDEN CARMELITA
Las dificultades para la supervivencia de la Orden eran enormes; expulsados del Monte Carmelo, con un tipo de vida que no se adaptaba a los ambientes donde habían emigrado, con la oposición de la Iglesia a nuevas órdenes, según lo decretado en 1215 en el Concilio IV de Letrán, y con su tradición, inadmisible para muchos, de tener como fundador al Profeta Elías.
SAN SIMON STOCK
Este hombre preclaro nació en el Condado de Kent (Inglaterra) por el 1165. Su apellido Stock haría alusión según algunos a su significado en inglés ‘tronco de árbol’ o mejor ‘hueco en el tronco’ donde pasaba el pequeño y joven Simón muchas horas entregado a la oración, en el vasto bosque de Toubersville, en Kent. Se alimentaba de hierbas crudas, raíces amargas y frutas silvestres, y bebía solo agua. Quien es puro de corazón está siempre bien provisto y así fue el caso de San Simón; pues cada día, un perro salvaje le traía un pedazo de pan celestial ‘hermosamente blanco y delicado’, y de esta manera, vivió durante mucho tiempo. Al llegar los Carmelitas a Inglaterra venidos de Oriente y conocer la santa vida que llevaban, pues pronto se extendió su fama por todas partes; pidió ser admitido entre ellos. El joven Simón se entregó de lleno a aquel género de vida.
Un Santoral del siglo XIV, que recoge las vidas de los primeros Santos Carmelitas, dice de él que viendo que su Orden era duramente atacada por algunos, acudía fervorosamente en ayuda de la Virgen María a quien estaba consagrada la Orden.
San Simón, a quien se le ha llamado ‘el amado de María’, hasta llegó a componer preciosos himnos a la Virgen, Madre de Dios. Precioso es el ‘Ave stella matutina...’. Y cada día recitaba éste que cantan todos los días los Carmelitas:
"Flor del Carmelo, viña florida, Esplendor del Cielo, Virgen Madre. Singular. ¡Oh Madre tierna!, Intacta de hombre; a los Carmelitas proteja tu Nombre (da privilegios), Estrella del mar".
Comprendiendo que la Orden iba camino de extinguirse sin una intervención de la Virgen. Recurrió a Ella y puso la Orden bajo su amparo.
LA APARICIÓN
Dice el Santoral que mientras rezaba este himno "se le apareció la Bienaventurada Virgen María el 16 de Julio de 1251, acompañada de una multitud de Ángeles, llevando en sus benditas manos el Escapulario de la Orden, y diciendo estas palabras: “Recibe, hijo mío queridísimo, este Escapulario para tu Orden. Este será privilegio para ti y todos los Carmelitas siendo divisa de mi hermandad, señal de paz y pacto sempiterno, signo de salud, salvación en los peligros. Quien muriere con él no padecerá el fuego eterno; es decir, el que con él muriese se salvará. Yo soy la Madre de la Misericordia y descenderé al Purgatorio el primer sábado después de la muerte (de quien haya llevado dignamente el escapulario), y lo libraré para conducirlo al Monte Santo de la Vida Eterna. Perseverad llevando puesto devotamente el Santo Escapulario, porque es mi Hábito. El hecho de andar vestido de este Hábito mío, significa que estáis continuamente pensando en mí; y que yo, en turno, siempre estoy pensando en vosotros; y ayudándoos en asegurar la Vida Eterna”.
EL ESCAPULARIO DEL CARMEN
La imagen mariana aparece vestida con el hábito de las monjas Carmelitas (túnica color café y manto crema) con el Niño Jesús al brazo. Su principal atributo es un escapulario también café con las siglas de A y M (Ave María) entrelazadas y una cruz sobre un monte. La Virgen y el Niño Dios aparecen coronados.
Aunque el escapulario fue dado a los Carmelitas, muchos laicos con el tiempo fueron sintiendo el llamado de vivir una vida mas comprometida con la espiritualidad carmelita y así comenzó la ‘Cofradía del Escapulario del Carmen’, donde se agregaban muchos reyes y príncipes, Papas y gentes sencillas que se apresuraban a vestir este vestido entregado por la Virgen María, y que por su medio obraba muchos prodigios.
El escapulario de tela -que simboliza mejor el vestido y consagración a María- puede ser sustituido por la medalla-escapulario.
El escapulario, palabra que deriva del latín ‘scapulæ’, espalda, era originalmente un vestido superpuesto que caía de los hombros y lo llevaban los monjes durante el trabajo. Las ordenes religiosas trataron de dar a los laicos un signo de afiliación y de participación en su espíritu y apostolado, constituido por una parte significativa del habito: capa, cordón, escapulario.
Entre los Carmelitas se estableció el escapulario, en forma reducida, como expresión de pertenencia a la Orden y de compartir su devoción mariana.
Actualmente el Escapulario de la Virgen del Carmen es un signo aprobado por la Iglesia y propuesto por la Orden Carmelita como manifestación del amor de María por nosotros y como expresión de confianza filial por parte nuestra en Ella, cuya vida queremos imitar.
RENOVACIÓN DE LA ORDEN CARMELITA
San Simón desarrolló una gran actividad en favor de su Orden. Consiguió el paso de Orden cenobita a mendicante. Retocó la Regla de San Alberto y obró muchos prodigios. Famosos son aquellos dos milagros: la conversión del agua en vino para poder celebrar y la resurrección de un pez ya cocido. Parece ser que mientras visitaba la Provincia de Vasconia, murió en Burdeos, el 16 de Mayo de 1265, casi centenario de edad.
En la actualidad, en Aylesford, en las afueras de Londres, hay un convento de Carmelitas que atesoran la calavera de San Simón Stock. Todos los sábados se congregan unas 500 personas para rezar el Rosario, ¡y la mitad de ellas son Protestantes!...LA UNIDAD DE LAS IGLESIAS ocurrirá alrededor de la Madre, como ocurrió el primer Sábado Santo. Los Apóstoles se habían desperdigado el Viernes de dolor, cada uno por su lado, y se juntaron el Sábado, cuando cada uno desde sitio distinto fue a dar el pésame y consolar a la Virgen, ¡así será la unión de las distintas denominaciones cristianas!, empezando con la unidad de Católicos y Ortodoxos.
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